UNA PESCA MEJOR.-

Basado en hechos reales.

Lanzó con seguridad, sabiendo que cuando el cebo rasara el fondo del pozo las posibilidades de picada aumentarían. Dicho y hecho, una preciosa trucha picó y toda la atención del pescador se centró en cobrar aquel preciado pez. Nada más verla traquetear en la superficie del agua pensó que sería la envidia de sus compañeros de pesca, pero en la aproximación de la trucha sus miradas se encontraron y sintió por vez primera la sensación de que, aquel esplendido y ahora exhausto pez, le suplicaba su libertad. Recordó escuchar en alguna ocasión que había pescadores que no mataban las truchas y las devolvían con las máximas garantías de supervivencia, pero siempre le sonó a otros lugares lejanos, a otros tiempos.

Revolviéndose en el interior de la sacadera volvió a decirle con la mirada: devuélveme la libertad. El pescador siguió observándola con curiosidad. Jamás había sentido aquella sensación, nunca antes había pensado en devolver un pez al agua. La trucha rendida, condenada, parecía aceptar su destino. El, continúo mirándola fijamente sin saber qué hacer ante aquel sentimiento nuevo que le embargaba, muchas truchas habían pasado por su sacadera, por sus manos, pero esto era nuevo para él, lo quería entender, pero algo se le escapaba.

Al coger la trucha la sintió palpitar entre sus manos y sintió deseos de protegerla, de acariciarla…de liberarla. Fueron unos segundos confusos, pero aceptando sus nuevos sentimientos posó con suavidad la trucha en el agua de la orilla y cuando la vio partir río adentro sintió la mejor de las sensaciones jamás vivida en su experiencia como pescador. Había una pesca mejor. Nunca la había vivido, era apasionante y con esa emoción se dio cuenta que era lo que le faltaba para completar su vida como pescador. Soñó por unos instantes con ríos llenos de peces y sintió una felicidad de la que le pareció haber huido siempre. Miró a la corriente con agradecimiento y se prometió nunca más restarle truchas al río y tampoco a su afición favorita.

Ahora, con esa emoción, fue al encuentro de sus compañeros para relatarles lo ocurrido. Hubo risas e incredulidades mientras presumían de sus capturas, pero solo cuando suplicando les dijo que despertaran que había una pesca mejor le prestaron atención. Su emoción y los sentimientos que les trasmitió les hizo pensar por un instante en esa pesca mejor. Luego siguieron con sus mofas y risas.

P.D.- Hoy, tanto él como sus compañeros, devuelven todas sus capturas y llevan del río tan solo emociones.