Sabor amargo
 Rafael García Cardo, profesor de la Escuela Regional de Pesca de Castilla-La Mancha y colaborador con la Consejería de Medio Ambiente, nos cuenta su última aventura de pesca por nuestra tierra; 
Hace ya más de dos décadas que pesco en las aguas de los ríos Leoneses, con temporadas de mayor o menor constancia, de manera similar a ríos de otras provincias, el descenso en el tamaño y número de capturas (sobre todo del primero), es constante; esta temporada es cierto que no ha sido la más prolífica en el número de salidas por mi parte, aún así casi una semana de pesca intensiva le hacen ser a uno consciente de que creo que hemos tocado fondo, nunca he visto los ríos tan apáticos, sí, como si fueran una persona, deprimidos, sin apenas esa voluptuosa “vida” tan característica en otras ocasiones.
Después de pescar durante las horas que la luminosidad lo permite, en diferentes tipos de tramos: cotos, AREC, EDS y libres, las aguas de los ríos leoneses, aguas abajo de los embalses que los controlan, están en coma. Pese a ello, muy puntualmente algún brillo de lo que fueron aparece, pero muy escasos. Sé que las impresiones de solo unos días no permiten tener una visión completa del estado de los ríos, además creo estos ríos controlados dependen en exceso del momento en el que disminuye el gran caudal que se suelta durante la temporada de riegos, así como el nivel con el que sé queda e incluso si existen variaciones en los mismos.
Además he de destacar que la meteorología no acompaño, tanto para tener actividad en superficie, como para manejar de la manera más eficiente una aparejo de pesca con ninfas pescado al hilo, debido a la lluvia y humedad existente.

De todos modos los ríos que más me gustan de León son los no controlados, o aguas arriba de los grandes embalses, como son el Omaña y Curueño, que creo mantienen la esencia de la pesca en León. 
Pese a todo, la próxima temporada, volveré a tierras leonesas. 

Fotografía y redacción:- Rafael García Cardo.