Recuerdos y sensaciones a la orilla del río
José Mª Villarroel Díez (CHEMA)

Aquellos estupendos guardas.
El guarda, ese señor de verde encargado de velar por el río, su entorno y su fauna. La figura del guarda ha estado presente en nuestros ríos desde hace muchos años, querido por muchos y odiado y temido por otros sobre todo furtivos, el guarda es una persona que no deja indiferente a nadie.

 

Si hiciéramos una comparación, y puede valer este ejemplo, el guarda es como el árbitro que se encarga de dirigir un partido de futbol, si lo hace bien nadie se acordará de él y sobre todo de su familia…. pero si lo hace mal todo son críticas sobre él.
Un guarda que hace bien su trabajo enseguida es temido por todo aquél que se dedique a las artes furtivas y muy apreciado por quienes van al río a disfrutar de una buena jornada de pesca, pues son sabedores de que hay alguien que se ha encargado de velar porque eso sea así. 

Alberto ( Territorio Porma, Condado )

 

Hoy día los guardas que existen son de «oposición» no por ello indica de que su trabajo no lo van a cumplir como dios manda, pero en tiempos pasados hubo una guardería que se dedicaba a ello las 24 h del día, hoy se tiene un horario que muchas veces se amplía sin verse remunerado y con una dedicación no exclusiva al río pues los incendios en verano, plantíos y demás órdenes apartan del río al guarda que es uno de los lugares donde debiera permanecer siempre.

 

La guardería de antes para nada se parecía a la de hoy, el servicio era permanente, la dedicación al río exclusiva y todos los guardas sabían cómo se pescaba, (pues muchos eran pescadores) con las artes furtivas y nada más verte sabían distinguir perfectamente las intenciones con las que allí ibas. A un guarda se le asignaba un coto o una zona y permanecía por muchos años en ella, sabia de pesca y sabía perfectamente cuando se «daban» y cuando no, era muy sabedor de su función y del lugar a vigilar y por ello mantenía a raya a furtivos que conocía perfectamente aunque siempre habría alguno que se la jugase.

 

A estos guardas les encantaba que en su tramo los pescadores que allí acudían se fuesen satisfechos a casa y les causaba verdadero orgullo el que se dijera que «su tramo» era muy bueno y que en él se pescaban muchas y buenas truchas, por el contrario cuando nadie pescaba y la gente salía de allí con desilusión el guarda hacia suyo también ese fracaso y lo sentía como ese pescador que se fue del tramo sin haber pescado nada.

 

 

No era raro el ver por aquél entonces al guarda a altas horas de la madrugada por el río, pues él sabía quién era el que se la jugaba e intentaba «cazarlos» con las manos en la masa. ¡A cuanta gente pescando cangrejos sobre todo le sorprendió aquella linterna del guarda entre las malezas de la orilla…!.

 

Aquellos guardas vigilaban y sentían su tramo como si fuese propiedad de ellos, muchos de nosotros recordaremos a míticos guardas muy temidos porque vigilaban sin ser vistos, porque sabían siempre dónde estabas y donde habías dejado el coche y como te pasaras de la ley te echaba el guante seguro,  por eso eran tan temidos y sus tramos presumían de ser los mejores en cuanto a tamaño y cantidad de sus truchas.

 

Esta guardería se veía complementada y ayudada por la patrulla de rio que venía siendo lo que es hoy el SEPRONA pues ellos también iban armados y siempre en pareja de dos.

 

Hoy por desgracia todo ha cambiado y la figura del guarda para nada guarda (válgame la redundancia) la relación que tuvo por aquél entonces con el río y su entorno como decimos, incendios, plantíos y otras órdenes les apartan de estos menesteres.

 

El guarda debiera de ser una figura permanente, como fue en aquellos años, en todos los ríos y cumplir sólo con la función de velar por ellos para que nada ni nadie pudiera destruirlos.

 

Valga desde aquí un reconocimiento a todos esos guardas que cumpliendo bien su función han hecho que en «su tramo» todavía hoy se siga disfrutando y pasando unos ratos agradables.

 

Viendo los ríos que hoy tenemos y lo que había antes y como estaban las cosas siempre recordaremos a aquellos estupendos guardas.
Nuestro amigo Chema se despide de momento con este recuerdo, solo nos queda agradecerle sus aportaciones y esperar que pronto nos sorprenda con nuevos relatos. Gracias Compañero.