Recuerdos y sensaciones a la orilla del río
José Mª Villarroel Díez (CHEMA)
Estos relatos los ha difundido en la Web de Pescaleón y sometidos a libre opinión. V. Álvarez se encargó de recopilarlos y su autor, Chema, tiene a bien que se publiquen en este blog.  Esto se hará periódicamente hasta su cumplimentación.
PRÓLOGO 
   En este trabajo CHEMA, describe sus recuerdos, y las sensaciones experimentadas a lo largo de su vida de pescador, son por si solas una referencia a la historia de otros tiempos vividos  desde su niñez muy cerca del río. La proximidad principalmente del Omaña y del Luna, hizo que sus  primeros lances fuesen en estas aguas. Y en ellas comprendió lo que este deporte le reservaba, eran tiempos sin medios de  transporte, de escasez económica y donde solo los desplazamientos significaban un gran sacrificio.
     Pero todo ello no impidió que sus vivencias se le quedaran grabadas de por vida, aquellas aguas puras y cristalinas donde la reina del río tenía su casita, le atraían sobremanera.  Aquellas madrugadas, para amanecer en el río y aquellos olores que impregnaban el ambiente de tomillos y lavandas y que respiraba complacido, quedaron grabados de tal manera que ahora es capaz con su alma de poeta de explicar, a pesar de que unos cuantos años han pasado.
   Él tiene la palabra justa para describir tanta belleza.
 Sin embargo, ahora todo ha cambiado, esos campos olorosos, esas aguas cantarinas y limpias, esos ríos vergeles de truchas preciosas abundantes ya no parecen los mismos, el progreso, la industrialización, el afán desmedido  los ha convertido en casi Desiertos que no se parecen en nada.
    Es por eso, que al leer estos capítulos sentimos al igual que Chema la añoranza de otros tiempos…en ellos abundan los vocablos gramaticales que nos remiten al pasado… (Había, teníamos, eran….). Nos quedamos sin esa gran riqueza, y las cañas y la industria con sus productos químicos, han acabado con lo que nunca pudieron terminar las relumbreras, las nasas, la garrafa y el trasmallo. No es mi propósito el enumerar los males que hoy nos aquejan pero sirva para ver lo que hemos perdido.
     Este pequeño prólogo, es el deseo que a través de personas como la que nos relata estas impresiones llenas de recuerdos, nos demos cuenta de que debemos participar para conseguir esos ríos llenos de vida cuidando y respetando todo lo que le rodea, sus márgenes y sus cauces sin obstáculos, además de luchar para que los organismos competentes legislen y cuiden nuestras riberas y no discriminen las artes de pesca que principalmente usan los más humildes y que por imperativos de la edad también los mayores, y que de siempre fueron practicadas por las gentes de la ribera.
Ese futuro solo depende de nosotros………..
  V.
Álvarez
Aquellos viejos gaviones
En épocas de grandes avenidas de agua provocadas por deshielos o por la lluvia torrencial los ríos muestran toda su furia y violencia. En esos momentos el agua causa grandes destrozos en las orillas de las riberas llegando a veces a llevarse trozos de fincas colindantes o la misma finca entera con el consiguiente perjuicio y enfado de su dueño. Para contrarrestar esos perjuicios y que el río no dañe las orillas últimamente se están construyendo escolleras con grandes bloques de piedra, pueden cumplir bien su cometido pero, también  destruyen así mismo la vegetación propia de las orillas de los ríos y además causan un efecto visual negativo haciendo el río un poco más artificial.
Antiguamente para evitar daños en las riveras se colocaban gaviones de piedra que por un lado cumplían a la perfección su cometido y por otro constituían un gran refugio para los peces y en particular para la trucha, as proporcionaba defensa y alimento y los gaviones que quedaban sumergidos a veces tenían un pequeño pozo con profundidad suficiente para no pasar penurias en los veranos,   aparte de que se integraban en el paisaje mucho mejor que las escolleras pues no dejaban de ser piedras de cantos rodados de río.
 Hoy ya muy pocos gaviones quedan por los ríos, y sería una buena forma de contrarrestar los perjuicios que causan las riadas, y de paso proporcionar refugio a la trucha y proporcionarnos mayor disfrute en la pesca, pues es cerca de los gaviones donde más truchas y de mayor tamaño se localizaban al amparo de ese refugio tan estupendo. Ojala se vuelvan a colocar y ver por las orillas de los ríos (allí donde hagan falta) hasta entonces seguiremos añorando aquellos viejos gaviones…..
Aquellas almejas de río

La almeja de río.

Hace unas décadas existía en nuestros ríos la almeja de río, era  un molusco que habitaba las zonas bajas de los ríos Órbigo, y especialmente el Porma y el Esla, su  forma era a medio camino entre un mejillón de mar y una ostra, podían  llegar a tener un tamaño considerable de hasta 15 ctm de longitud.
En el Porma era especialmente abundante en la zona de Puente Villarente donde llamaba la atención a los numerosos bañistas que por los veranos allí acudían el ver cómo, cuando éramos unos chavalines, sacábamos un calderito lleno de almejas y del río nada menos, había gente que no se creían que en el río pudiese haber almejas.
Otra zona donde había muchas era la zona de Benamariel donde se podían apreciar a simple vista las numerosas conchas de estas almejas entre las piedras.
Habitaban preferentemente en zonas con grava fina y entre zonas arenosas, no  se qué valor culinario tendrían pues no vi nunca a nadie dedicarse a recogerlas por lo que es de suponer que ninguno.
Hoy en día su presencia en nuestros ríos es casi testimonial y muy difícil de ver alguna. Como todo en la naturaleza tiene su sitio y su porqué al igual que el cangrejo de río casi extinguido por completo, la  almeja de río ocupaba su lugar en la naturaleza, con su casi desaparición de nuestros ríos debiéramos de reflexionar el porqué de su desaparición que puede venir dada por factores como contaminación principalmente o por el cambio climático. Esperemos que la trucha no corra la misma suerte y podamos disfrutar de ella siempre.
Siempre recordaré aquellas almejas de río.
Continuará…