Recuerdos y sensaciones a la orilla del río
José Mª Villarroel Díez (CHEMA)
Con la horqueta y el retel

 Cuando hablamos de pescar o nos referimos a un pescador en nuestra imagen tenemos la estampa de pescador a aquella persona botas, cesta y caña en ristre dando lances a diestro y siniestro por la orilla del río. Pero aparte de la caña también hay otras modalidades las cuales casi nunca nos acordamos de ellas o encuadramos en otro apartado del concepto de pesca-pescador que tenemos. Hace ya unos cuantos años una de las pescas más comunes y representativas de León, aparte de la pesca de la trucha, era la pesca del cangrejo de río, su pesca era practicada en su momento por casi todos, por no decir todos los pescadores de truchas que por unos momentos y épocas aparcaban su caña y se dedicaban a pescar ese crustáceo tan preciado y tan abundante como fue el cangrejo de río en su época.

Esa pesca tenía algo de especial y de encantador que la diferenciaba con diferencia de la pesca de la trucha, era una pesca tranquila, pausada y en la que participaba toda la familia, pues en aquel tiempo a diferencia de hoy las familias iban a pasar el día al río y todos participaban activamente de tan gran evento como era la pesca del cangrejo.
Las orillas de los ríos cuando llegaba el buen tiempo se llenaban de esas familias que cargados todos sus enseres en el coche (el que lo tenía, no todos) iban llegando y ocupando sus lugares, la señora de la casa iba preparando la comida que normalmente consistía en un arroz o una paella mientras el paisano y sus hijos y familiares se encargaban de coger esos cangrejos que posteriormente irían a parar a la cazuela del arroz.
Eran momentos felices y a la postre entrañables pues al estar rodeado de tus seres queridos y de algún que otro amigo la jornada tenía esa cosa que la hacía inolvidable y que siempre se recordará con cierto cariño cabe decir.
A parte de ir con la familia como este crustáceo era tan abundante y los había por todos lados, después del trabajo mucha gente solía ir a pegar unas reteladas a las presas que salían del río y que con frecuencia solían tener más cangrejos que en el propio río.  Mucha gente aprovechaba hasta últimas horas, pues era cuando mejor y más gordos salían, con las consecuencias que ello aparejaba. Muy común era la visita inesperada de la G.C. linterna en mano y dirigiendo su luz hacia la presa o el río, ¡cuantos se espinarían tirándose a la sebe para huir de la linterna…!.

Luego tenías el inconveniente de ir para casa pues en aquellos tiempos los guardias vigilaban de verdad y mucha gente tenía que ir al día siguiente a por la bici o la moto que habían dejado guardada en las zarzas por miedo a ser sorprendidos por aquella vigilancia tan severa. Muchos eran también los que por conseguir unos cuantos ejemplares para la cena, cuando se iban al trabajo
dejaban 3 o 4 ladrillos hundidos en el agua y que a la vuelta solían levantar y recoger los cangrejos que en casi todos los agujeros solía haber.La pesca del cangrejo de río, aunque a muchos no les entusiasme demasiado, en su momento también tenía su encanto pues era una pesca que hacia camaradería, participaba toda la familia, los amigos y no revestía de grandes conocimientos y era excusa para cargar todo y a todos e ir al río a pasar el día. Por aquel entonces todas la riberas estaban limpias, adecuadas y llenas de vida, se respiraba otro ambiente e incluso la gente tenía otro concepto de lo que era la amistad y el pasar un día todos juntos pescando unos cangrejos.
Hoy por desgracia todo aquello se acabó, y lo peor de todo es que las generaciones venideras no creo que puedan volver a sentir el pasar un día en el río pescando cangrejos con toda la familia.  El cangrejo de río enganchaba a
mucha gente y todos participaban ya fuera pescándolos o posteriormente degustándolos con un buen pisto y un buen vino.

 

 

A pesar de que hoy todavía a cangrejos se puede ir para nada tienen que ver con aquél nuestro, ni los lugares donde se pescan, ni su valor culinario ni sobre todo la piña de amistad y camaradería que se congregaba alrededor de la pesca del cangrejo de río nuestro.

Y aunque sólo ya nos quede aquel bonito recuerdo de lo que fue su pesca y lo que significó en su momento cerremos los ojos y que a nuestra memoria vengan aquellos ratos tan magníficos que se pasaban todos juntos pescando nuestro cangrejo de río… con la horqueta y el retel.