¿QUE ESTÁ PASANDO CON LOS RÍOS DE LEÓN?

Durante décadas, los ríos de la provincia de León han venido sufriendo un gran expolio de un recurso muy demandado por la sociedad, las gravas.

La abundante red hidrográfica de la provincia de León supuso “una mina”, para la extracción de estos cantos rodados imprescindibles para el necesario hormigón. Las retroexcavadoras no paraban de dragar los ríos, unas veces con las concesiones administrativas y otras con las excusas de proteger las poblaciones de las posibles riadas.

El problema se origina cuando, por un lado, en la parte media o alta del río se construye una gran presa, que retiene no solo el agua, si no los sedimentos que de forma normal deberían ir desplazándose hacia los cursos bajos.

Si unimos a la falta de aportes desde la parte superior, la gran demanda de áridos por parte de la industria de la construcción en los cursos bajos, se produce un desequilibrio, el cual provoca que el agua en vez de emplear su “fuerza” en transportar los cantos rodados, lo emplea en erosionar el lecho del cauce, clavándose de forma continuada.

Esto es lo que está pasando en los ríos leoneses, Órbigo, Bernesga, Porma, Esla…, y cuando hablamos de que el río se clava erosionando el lecho, estamos hablando de tramos donde puede hacerlo un metro, dos, pero hay tramos como en el Bernesga que puede llegar a los 4-8 metros de profundidad. En total, se calcula que el volumen de sedimentos extraídos en el río Bernesga durante el último siglo por las excavaciones asciende a mas de 2 millones de metros cúbicos. 

La ausencia de gravas en los ríos reduce drásticamente la capacidad biológica de esos cursos de agua, tanto en cuanto a biomasa como a la variabilidad de especies. La Confederación Hidrográfica del Duero, como responsable de la gestión de los ríos de la Cuenca, para minimizar este tipo de problemas que se han detectado varias décadas después, está aplicando lo establecido en el Plan Hidrológico, que es impedir la extracción de áridos de cualquier curso de agua, y en aquellos casos en los que una acumulación de áridos pone en peligro algún tipo de infraestructura, (puente, carretera, azud, emisario, tubería, etc.) se procede a la extracción y se reubica por debajo de este punto para que vuelva a incorporarse a la dinámica fluvial, y que las avenidas ordinarias lo coloquen donde el equilibrio de fuerzas lo requiera. Este desplazamiento de áridos, aguas abajo de una infraestructura, es lo que se está haciendo en el Balsón de Santa Marina del Rey, donde se está realizando un dragado para su reubicación en los tramos más cercanos debajo del puente, dejando que las próximas avenidas se encarguen de su redistribución.

En este sentido, la Sección de Pesca y la Confederación no solo están en contacto continuo para minimizar los daños colaterales al ecosistema, si no para evitar dentro de lo posible la afección a los pescadores que aprovecharon estos ríos para practicar su deporte, y por eso se han concentrado las obras que puedan afectar a la calidad de las aguas entre el 17 y el 31 de octubre.