No veo la mosca.
 
 
Me gustan los chopos porque son compañeros firmes y silenciosos, cuando me distraigo pescando veo como mueven sus hojas mientras mi pensamiento vaga a su antojo por la corriente del río. Luego, sin querer, suspiro… y sigo pescando.
Pero a finales de la primavera, en su proceso natural de reproducción, nos invaden con esa pelusa blanquecina y pescar a mosca en estos días es desesperante, a parte de no ver la deriva de la mosca se te llena de ese “pelujo” el aparejo y cada poco lo tienes que estar limpiando, también tienes esa continua inquietud para que no se te metan en los ojos y en la boca. Estos envoltorios blanquecinos y voladores que transportan la semilla de los chopos y que conocemos como pelusa se les llama vilanos, su cometido es diseminar la semilla y a este peculiar sistema de transporte aéreo se le conoce como anemocoria. Solo lo reproducen los chopos hembra y no tienen nada que ver con el polen.
El chopo es un árbol de hojas caducas y propio de nuestras riberas fluviales. Es en esta época que desprenden tanta pelusa que a veces da la impresión de que estuviera nevando y que esos copos quedasen flotando por el río a merced de la continua corriente. Así, con esta desagradable invasión, la pesca en superficie se hace muy dificultosa y son mucho los pescadores que optan por pescar a otras modalidades. Paciencia, pronto nos abandonará.
水往底流,人往高 El pez busca la profundidad, y el hombre la felicidad.