MI 🎣RÍO

MI  🎣 RÍO

 Arranca parsimonioso de sus fuentes cristalinas y reflejando cielos dibuja quebradas en busca de su destino.

Pronto se despeña y brioso se pulveriza al rebotar en perpetuas rocas tapizas de verdín.

 

 

 

 

Cuando ralentiza su marcha por todas partes aparecen recodos, remansos y cuevas donde los herbajes y matas forma territorios frescos, salvajes y majestuosos. La abundante nieve de las colinas brota en riachuelos que conforman cuevas estalactíticas como caprichosas obras en mármol de un maestro escultor.

 

Cada puente un camino, cada poza una leyenda y cada poblado una historia.

 

Ancho y somero o estrecho y profundo, cruza el valle rebautizando a los pueblos y pregonando su libertad. Se estrecha y retuerce ante paredones verticales de roca caliza que juegan a besar el brillante azul de nuestro cielo y es ahí que, recibiendo el agua del mismo “infierno”, forma su particular patrimonio natural.

 

 

Mientras en la cima de los farallones, bajo el planeo de aves rapaces y enfrentadas a mil vientos, florecen las saxífragas y el té de roca.

 

Todo es poesía y misterio para el paciente pescador, porque sabe que, en cada piedra, en cada reviro, en cada tirada, una trucha salvaje le puede sorprender y esto, solo esto, ya le provoca entusiasmo y relajación. Las fuentes no tienen caño para un agua sin color, que frescura para el sediento, que balsámico rincón.

 

 

 

En lo diminuto también se esconde la magia, aquí una libélula azul, allí un mirlo acuático y por el fondo pedregoso ninfas programadas para en un futuro próximo revolotear.

 

Una corriente heladora, en los recodos más remansados y ayudada por un inestable cierzo, mece las ramas de las salgueras que dibujan poderosas sombras en la profundidad. Corre el agua, retiembla la salguera y un pajarillo emite su canción. Es un río con hechizo, que cautiva y contenta. En su marcha, lleno de luz y trasparencia, refleja la ermita que emplazada en su ribera le ampara y adorna.

 

 

 

También tiene leyenda románica y anterior, pero solo son recuerdos de una vida mejor. Aquí un puente, allí una ruta y esa agua que brota sin ningún sabor, que paz para el soñador y que paraíso para el pescador. Sentimos añoranza de esa época lejana que nunca vivimos, pero que muchas veces hemos soñado disfrutarla.

 

 

 

Tiempos primitivos de braveza especial en una naturaleza extraordinaria.

 

Cansado de presas, turbinas y mala depuración, deja de lado el tesoro de la aljama y abraza a la ciudad para despedirse de la Pulchra leonina, la joya del gótico. Luego, entre tajamares, refleja el puente de los diez arcos y se despide para siempre fundiéndose en otras aguas con idéntico destino.