Los  primeros  cormoranes  leoneses.
En el Valle de San Pelayo han anidado y criado los primeros cormoranes leoneses.
Éramos pocos y parió la abuela.
El Cormoran Grande parece haber encontrado un destino cierto en nuestros ecosistemas fluviales. Inicialmente en León los cormoranes eran invernantes, pero por primera vez, este pasado año, han anidado y criado en el Valle de San Pelayo, en una recula del embalse de Riaño.
Sus intenciones no son dudosas, han venido para quedarse y han elegido un lugar propicio para resguardarse y al mismo tiempo cercano a su fuente de alimentación. Parece como si fuese la segunda parte de una perversa leyenda…vienen y se van, vienen y se van hasta que se aclimatan y se quedan. Ya tenemos al enemigo en casa y con pensión completa. Además, sospecho que no será el único lugar elegido por estos depredadores para generar más asentamientos.
Existen muchas zonas donde se refugian y se pueden reproducir en condiciones de temperatura adecuadas y tienen alimento (peces) disponible. Sus características de adaptación han cambiado y ahora se aseguran como especie habitante de nuestro ecosistema y se posicionan como una potencial plaga. Se debe de evitar a toda costa la colonización por parte de estas grandes aves que se alimentan de peces y en nuestros ríos principalmente de truchas. Cuando un cormorán toma posesión de un sitio no lo abandonará fácilmente. Los sistemas para ahuyentarlos solo dan resultados momentáneos, pero no evitaran que vuelven al poco tiempo. Por lo tanto, si las circunstancias han cambiado, solo cabe esperar que las medidas cambien y que las autoridades competentes de la Comunidad gestionen su control con medidas que garanticen la sostenibilidad y la supervivencia piscícola.