Inundaciones   y   Frezas
 
“El invierno nunca se lo comió el lobo”, este refrán popular nos pone en situación de lo que está pasando. A un inicio de invierno placido y seco, que parecía instalado para siempre en toda nuestra geografía y al que ya nos habíamos acostumbrado, le siguieron nevadas, lluvias intensas y las consiguientes inundaciones.
Las inundaciones y las frezas no son compatibles.
Las truchas realizan sus frezaderos en aguas someras y de poca corriente. Los huevos no están enterrados a mucha profundidad ya que el agua debe de circular entre las gravas para proporcionar oxígeno a los embriones y esto hace que el nido sea muy vulnerable.
Si se producen grandes riadas, por lluvia y deshielo, los nidos se destruirán con la consiguiente pérdida del anual alevinaje. Un fregón no es más que cascajo suelto y si un río mueve peñascos de toneladas de peso, un poco de grava la arrastrará fácilmente y se perderá aguas abajo.
El deshielo de la nieve acumulada y la copiosa lluvia han creado grandes avenidas de agua que ponen en peligro las frezas en marcha. Los ríos de la montaña central, Bernesga, Torío y Curueño, bajan con muchísimo caudal, muy tomados, arrastrando la basura acumulada en sus riberas y la vegetación seca. Esta situación lógicamente no es buena, pero no acabará con las truchas, llevan soportando esto desde siempre y ahí están, nunca se pierde todo ni en todos los ríos, forman parte de la naturaleza que evoluciona por ciclos.
“Nunca llueve a gusto de todos”. La nieve y el agua, aunque tarde, han sido bien recibidas. Lo que es malo para una cosa a veces es buena para otra, así es que podemos mirar a los embalses y acuíferos con la esperanza de que el agua no nos falte en verano y los ríos presenten buenas condiciones para la pesca.