Lejos queda aquel día que todos empezamos la temporada con ilusiones renovadas y esperanza de que la temporada fuera buena…bueno, pues ahora al final y tras hacer balance la cosa no fue del todo mala y mucho se debió a que el invierno fue generoso y los ríos naturales bajaron con abundante agua, aunque al llegar los calores, como siempre, los regadíos acabaran secando las partes bajas de los ríos.

 

El río merece más respeto de todos pero principalmente de los que tienen el poder de corregir la deriva que tan desacertada se está llevando.

 

La administración sigue sin saber gestionar los ríos naturales y la mortandad de miles de peces recae sobre sus conciencias aunque como siempre echarán la culpa a los pescadores.

 

Tampoco han resuelto el tema de los cormoranes que como siempre ya empiezan a patrullar los ríos en busca de su alimento…peces.
Los pescadores exigimos un control sobre el aumento de su población que se está convirtiendo en plaga.

 

Peces hay, pues claro, cada vez menos, pues si,  y mucho nos tememos que la nueva normativa ayude a seguir con la decadencia.

 

Pesqué mucho en solitario y también en compañía. Hubo de todo…días buenos y regulares, malos ninguno por que el río siempre me regaló lo suficiente para regresar satisfecho.

 

En espera de tiempos mejores, nos despedimos de la pesca de truchas hasta la temporada que viene.
Con Eduardo siempre es un placer.
Joaquín en acción.
Carlos siempre cuidadoso y eficaz.
Le decimos adiós pero seguiremos pensando en la pesca y en el río todos los días. Es penoso alejarnos de lo que nos gusta, pero no queda nuestra alma desconsolada porque sabemos que esta parada bilógica es  tan natural como necesario para que los peces descansen y se reproduzcan.

 

Nos despedimos… sí, pero ya estamos contando los días para dar la bienvenida a lo próxima temporada y soñando con esos peces que nos esperan entre reflejos de agua para complacernos y calmar nuestro espíritu.