A LA LIMÓN, ENTRE DOS AMIGOS:

JOSE Mª DIEZ VILLARROEL y V. ÁLVAREZ

Por.- Venancio Alvarez López

Uno comenzó de niño en su querido río Omaña y el otro, cumplido los 24 años, descubrió este deporte y los ríos que tanto a llegado a querer.

Llevaba unos años pescando y aprendiendo, me había sorprendido esa nueva afición y me vi seducido, cada día que pasaba me llamaba más fuerte. Aprovechaba cualquier momento para volver al río, al salir de trabajar y casi sin comer me calzaba las botas, recogidas y dobladas hacia abajo, con la cesta, mi caña de bambú y mi Sagarra, recorría presto el camino hacia la estación.

 

 

 

Salía un tren camino de Veguellina de Órbigo donde hacía mi parada y caminaba hasta el río, a veces hasta el Puente que me daba acceso a la Tabla de los Frailes donde saqué mi primera trucha y otras al Puente del Ferrocarril por encima del camping actual. Eran mis comienzos, algunas veces me encontraba con compañeros mayores que me ayudaban con sus enseñanzas ya que mis conocimientos eran, por aquel entonces, prácticamente nulos.

 

 

Ya cuando oscurecía volvíamos a dirigirnos a la estación para coger el correo que venía de Galicia, tomábamos algo y jugábamos una partida a la rana. Ya en el viaje de vuelta, preguntaba con qué aparejo habían pescado si cebo o pluma.
Te contaban anécdotas sucedidas en su vida de pescadores, a pesar de ser nuevo en la materia ya tenía alguna que no contaba, como el día que al llegar a Veguellina abrí la cesta y vi que me había olvidado el carrete y rápidamente cambié de itinerario…

 

 

…y seguí viaje a Otero de Escarpizo, río estrecho donde no me hacía falta lanzar, solamente con la caña mis moscas ahogadas (en las que el Sr. Rafael, un gran pescador, ya se había fijado, sobre todo en una que miró y remiró, sin decir nada, pero comprendí lo que intentaba decirme sin que los demás se enteraran) y aquella larga caña eran suficientes para que mis primeras moscas navegaran por aquel río tan distinto al Órbigo, ¡¡hay aquella mosca como las gustaba!!, que pequeñas eran, pero que viveza mostraban, y no se confundían, porque aquella mosca era maravillosa.

 

Después de estos avatares en muchos días de viaje, en contar mentirijillas a mi mujer recién casados, pues la dejaba un día y otro con el único hijo que teníamos y de regresos ya de noche bien cerrada, vinieron los aprendizajes y mis mejores días de pesca. Se comenzaban a ver las primeras cañas de fibra de vidrio, las Gravel, y se me metió entre ceja y ceja, hasta que en una tienda de León de la calle Ancha la compré y me la anillaron con unas anillas artesanas preciosas, ya que no había de aquella las preparadas de porcelana o imitación de ágata. La miraba una y otra vez, que ligera, que tacto, la sentía nada más tocarla suavemente, como me transmitía sus toques a través del nylon de la misma marca, ya comenzaba a notar la picada, dejé el corcho y puse una señal para ver el hilo por donde iba y poco a poco me enteraba de un estilo de pesca, de una modalidad y ya nunca más usé el “trompetón” como decían mis amigos los que pescaban a aquel estilo.

 

Ya notaba la picada de aquellas truchas con la sensibilidad de esta caña y las iba pescando, conseguía mis truchas, ya no era una de casualidad, ya las buscaba y así aprendí. Tan contento estaba de saber algo más que el día que me ofrecieron viajar y acompañar a otros amigos a Pedrosa del Rey encima de Riaño, en el Renault 4-4 de Lucilo, no me pude resistir. No conocía esa parte, ni casi ninguna otra de nuestra Geografía, y así seguí durante años siempre que podía.
Las cosas cambiaron a mejor y ya accedí a desplazarme primero en moto y después en coche donde ya mi Familia me acompañaba para acampar en aquella tierra tan bella, en aquel Valle de tantos Recuerdos.

Nunca más olvidé, ni mi carrete que ahora era un Michel 350, ni aquella caña
que en palabras de José María Diez Villarroel ERA MI FIEL COMPAÑERA:

“A MI MAS FIEL COMPAÑERA”

Por.- JOSE Mª DIEZ VILLARROEL

Siendo un niño empezó nuestra relación y tras más de 30 años todavía seguimos juntos. Te sigo llevando de la mano, aunque haya gente que nos mire raro por ello, ellos han dejado a otras como tú por otras más «modernas» sin saber apreciaros. A tu lado he vivido momentos inolvidables, aprendido unos valores difíciles de describir y los mejores años de mi vida y ¡aún me sigues dando alegrías…! Algunos se han empeñado y empeñan en acabar esta relación, pero somos fuertes y nada puede con nosotros. Espero que en nuestra relación no te rompas pues no tendrías repuesto ya que eres única, hemos estado muchos años juntos, casi toda mi vida, y mi cariño por ti es como el primer día. ERES LA MAS FIEL COMPAÑERA.

Y así fue como un Día:

Yo me la lleve al Río
cuando aún era mozuela,
pero tiene sus añitos y 
sigue siendo Mi amiga…y
Mi más fiel compañera.

P.D.- Fotografía de la Caña de José María Díez Villarroel y la de mi amigo y Maestro D. Simón Calderón debajo del Puente de Veguellina.